¿Quién eres Juan Ciudad?
Un pillo, un loco o un santo...
Yo soy Juan de Dios, el hombre que supo amar
Un pillo, un loco o un santo...
Yo soy Juan de Dios, el hombre que supo amar
Con técnica y caridad, introdujo un modelo hospitalario dentro de los esquemas de la modernidad naciente, que más tarde simbolizará el ímpetu científico de Galileo y Kepler. Dio una respuesta pragmática. Sin razonamientos ni teorías. Simplemente se inclinó hacia el pobre herido, lo alzó, lo cargó sobre sus hombros, lo llevó a descansar a un refugio, le curó las magulladuras; lo trató con ternura.
SU CONVERSIÓN EN GRANADA ESPAÑA
Al terminar la predicación, salió de allí como fuera de sí, gritando y pidiendo a Dios misericordia. En menosprecio de sí, se arrojaba al suelo, se daba cabezadas por las paredes, arrancándose las barbas y las cejas... Decían: Juan ha perdido el juicio. Los niños y los muchachos le gritaba: loco, loco !!!
Decidió romper con todo. No se quedó con nada, sólo con una camisa y unos zaragüelles, que reservó para cubrir la desnudez. Quiso seguir a Jesucristo, pobre y desnudo.
Personas honradas, lo llevaron con Juan de Ávila y en confesión general, le contó su vida y sus pecados. Desde entonces, él fue su consejero espiritual.
Personas honradas, lo llevaron con Juan de Ávila y en confesión general, le contó su vida y sus pecados. Desde entonces, él fue su consejero espiritual.
Juan quedó fuertemente afectado del amor de Dios y de todo lo que su corazón anhelaba en su arrepentimiento. El tumulto de la gente se burlaba de él, pero dos hombre honrados del pueblo, lo tomaron por la mano y lo llevaron al Hospital Psiquiátrico de Granada. Ahí, conoció a las personas por las cuales decidió consagrar su vida para siempre y quiso tener una casa de Dios dónde recibir a enfermos, pobres y necesitados como él; para darles comprensión, amor, ternura, amabilidad…
ETAPAS DEL ITINERARIO DE SU VIDA
1. VACÍO: Tras la experiencia de una serie de fracasos en sus andanzas como soldado (caída al montar una yegua y expulsión del ejército al perder un motín que le fue encomendado). Muy próximo a su tierra sintió la nostalgia de sus padres y los visitó, pero al enterarse que habían muerto su pena fue grande. Descubrió la inconsistencia de la vida... aunque todo el mundo fuera nuestro, no nos haría en nada mejores ni nos contentaríamos por más que tuviésemos[1].
2. LLAMADA: Su querer fue encontrar dónde servir al Señor y al no encontrar una señal que le orientase y encaminase andaba triste. Rompió con el pastoreo en Sevilla y se marchó a Ceuta, aquí trabajó como fortificador de las murallas y socorrió a una familia que le recordaba la suya perdida. Su oración se fue convirtiendo en ofrenda generosa, hablando desde el corazón y con lágrimas: “y así os suplico cuanto puedo, Señor mío, tengáis por bien de enseñarme el camino por donde tengo de entrar a serviros”[2]. Se ocupó en la venta de libros en Granada experimentando cierto sosiego, pero una voz en su interior le bullía y le inquietaba. El día de la fiesta de San Sebastián subió a la Ermita de los Mártires para oír “entre los demás” el sermón del maestro Juan de Ávila[3]. Allí lo esperaba el Señor.
3. ALTERACIÓN: Escuchando el sermón tan elocuente del maestro Ávila[4] quien fue su guía espiritual, se conmovió profundamente al recordar su vida pasada, sintiendo una gran necesidad de gritar e “implorar perdón y alcanzar misericordia”. Todos lo tuvieron por loco en ese momento; lo echaron fuera, lo insultaron y le tiraron piedras sin entender su experiencia. Dos hombres le acompañaron al Hospital Real de Granada, contado entre los faltos de “razón” y tratado con las peores técnicas terapéuticas de su tiempo[5]. Aquí encontró una respuesta a su anhelante búsqueda: “Y viendo castigar los enfermos que estaban locos con él, decía: Iesu Cristo me traiga a tiempo y me dé gracia para que yo tenga un hospital, donde pueda recoger los pobres desamparados y faltos de juicio y servirles como yo deseo”[6]. Descubrió el Camino que tanto deseó y buscó, haciéndose solidario con los pobres, viviendo y padeciendo su misma suerte.
4. IDENTIFICACIÓN: Se gastó y desgastó en el servicio a los más necesitados de su tiempo. “Como la ciudad es grande y muy fría, especialmente ahora de invierno... siendo esta casa de carácter general se reciben en ella, sin distinción, enfermos y gentes de todas clases: así que aquí se encuentran tullidos, mancos, leprosos, mudos, locos, paralíticos, tiñosos y otros muy viejos, y muchos niños; y esto sin contar otros muchos, peregrinos y viandantes, que aquí acuden, a los cuales se les da fuego, agua y sal, y vasijas para guisar de comer”[7]. Lleno de deudas y de trabajos, muchas veces angustiado, sufriendo por el cautiverio y empeño que a veces hacía de sí mismo; murió dejando en manos del Arzobispo de Granada, Don Pedro Guerrero, el libro de sus deudas. Un héroe de la caridad, el Padre de los pobres, un hombre con ojos de ternura y entrañas de misericordia; que hizo realidad el amor haciéndose hermano de todos y nos marcó el camino emblemático de la Hospitalidad.